De la edición de marzo de 2010 de El estandarte socialista
Como las otras películas de Michael Moore, 'Capitalismo: una historia de amor', es brillante a su manera, contundente y divertida. Elimina las mentiras y la hipocresía de la propaganda de "relaciones públicas" para exponer a los depredadores despiadados que dominan nuestra sociedad y se benefician de la miseria de los trabajadores.
Y al mismo tiempo nos hace reír. Hasta ahora tan bueno. Está bastante claro a qué se opone Michael Moore. ¿Pero para qué está? No parece conocerse a sí mismo, como admite en una entrevista reciente con un periódico:
“Lo que estoy pidiendo es un nuevo orden económico. No sé cómo construir eso. No soy economista. Todo lo que pido es que tenga dos principios organizadores. Número uno, que la economía funcione democráticamente. En otras palabras, la gente tiene algo que decir sobre cómo funciona, no solo el 1 por ciento [más rico]. Y número dos, que tiene un núcleo ético y moral. Que nada se hace sin considerar la naturaleza ética, ninguna decisión empresarial se toma sin antes hacerse la pregunta ¿es esto por el bien común?”. (Guardián, 30 de enero).
Nosotros también queremos que la democracia se extienda a todas las esferas de la vida social. Para nosotros eso es el socialismo: la propiedad común y el control democrático de los medios de vida por parte de toda la comunidad. Pero la democracia genuina no se logrará confiando en economistas u otros supuestos expertos para diseñarla.
Por su propia naturaleza, la democracia debe ser creada por una mayoría consciente. Michael Moore parece estar diciendo que en su “nuevo orden económico” el 1 por ciento más rico seguirá existiendo, aunque ya no tendrá todo el poder de opinar. También asume que todavía van a haber “decisiones comerciales”. Pero las decisiones comerciales se tratan de ganar dinero, no de servir al bien común. Cualquier empresa dirigida por gerentes que se preocupen demasiado por la ética y la moralidad pronto quebrará, ¡a menos que los gerentes sean despedidos primero!
En un punto clave, tiene razón. Si la situación que él expone tan bien va a cambiar, realmente requiere un “nuevo orden económico”. El fin de la producción con fines de lucro. La alternativa es una sociedad en la que los medios para producir lo que necesitamos sean de propiedad común y funcionen democráticamente. Una sociedad en la que la actividad productiva ya no sea “negocio” sino simplemente cooperación para satisfacer las necesidades humanas.
Esto es mucho más de lo que ofrece en su web (www.michaelmoore.com). Allí no dice nada sobre ningún tipo de “nuevo orden”. Se trata de hacer campaña a favor de varias reformas. Estos bien pueden ser beneficiosos para los trabajadores a corto plazo, pero como aún dejan el capitalismo en su lugar, siempre habrá presión para revertir cualquier ganancia obtenida. Lo peor de todo, ya pesar de la evidente desilusión de Michael Moore con Obama, insta a los lectores a trabajar por el cambio a través del Partido Demócrata: una receta para el fracaso y la frustración interminables.
Un último punto. Michael Moore solo habla de cambiar las cosas en los Estados Unidos. Este enfoque nacional hace que sea imposible siquiera concebir una sociedad fundamentalmente nueva. Eso es porque hoy en día el capitalismo es un sistema mundial altamente integrado y solo puede ser reemplazado a nivel global.
Nos queda claro que la sociedad necesita con urgencia una actualización del sistema mundial... ¡del capitalismo al socialismo!
Stefan (WSPUS)